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28 Tú se lo das, y ellos lo recogen. Abres tu mano para alimentarlos, y ellos quedan satisfechos.

29 Pero si te apartas de ellos, se aterran; si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo.

30 Envías entonces tu Espíritu y nace nueva vida, para volver a llenar de seres vivientes la tierra.

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